Fundación Quipu Ainy

La población que hace parte del objetivo social y educativo de la Fundación Quipu Ainy, cuenta con el modelo de Escuela Nueva, o ha pasado por él: “Modelo escolarizado de educación formal, con respuestas al multigrado rural y a la heterogeneidad de edades y orígenes culturales de los alumnos de las escuelas urbano – marginales.

Que ofrece primaria completa a niños y niñas de las zonas rurales del país. Integra estrategias curriculares, de capacitación docente, gestión administrativa y participación comunitaria.” (Ministerio de Educación Nacional, MEN). Posteriormente, esta población, al pasar a básica secundaria, se debe enfrentar a un cambio abrupto y sistemático de metodología de aprendizaje basada en un tradicionalismo educativo desconocido por ellos. Y aunque en las Escuelas e Instituciones los niños, niñas y adolescentes cuenten con un pensum diseñado gubernamentalmente, éste no es suficiente para abarcar los procesos cognitivos necesarios en la población infantil y juvenil.

Es por esto que La Fundación detecta la necesidad de complementar estos procesos desde la inmersión en el arte y el juego. Ahora ¿Por qué y de qué manera Quipu le apuesta al arte y al juego como vehículo mediador dentro de los procesos pedagógicos de los niños, niñas y adolescentes del campo?, pues bien, se considera que los niños de forma natural desarrollan procesos creativos, de comprensión y aprehensión a partir del juego.

Por su parte, el arte contribuye de manera significativa en el progreso de habilidades cognitivas (pensar, mirar, conversar, debatir, cuestionar), habilidades motrices, sociales, emocionales y afectivas, favoreciendo el desarrollo integral de los individuos a través de su exploración. Reconociendo que el arte, en sus diferentes disciplinas (música, escénicas, dibujo, literatura, visuales, etc.) es un lenguaje de comunicación, relación e interpretación de sí mismo y del contexto donde se implemente.

De esta manera, las diversas manifestaciones del arte no deben limitarse al trabajo práctico sobre la técnica, sino que deben ser exploradas desde todos los niveles de producción que las integran, permitiendo un espacio de aprendizaje como elemento vital en la re-significación, construcción y transformación del conocimiento en la sociedad.

En este sentido, nuestra labor educativa con la Fundación Quipu Ainy dentro de este contexto social, es abordar el aprendizaje desde una experiencia práctica, sensorial y creativa, que conlleve una relación afectiva con el mismo, donde se igualen en importancia el pensamiento, la palabra, la imagen y el movimiento. Y además se propicien la participación colectiva, la capacidad de trabajo en grupo y proporcionar formas de relación inter e intrapersonal.

De esta manera, en la práctica artística y sobre todo en el juego, el niño aprende a respetar las diferencias, a adaptarse en grupo, a aprender de la experiencia de los otros, a transmitir su experiencia y, a valorar el esfuerzo propio y el de los demás. Y aunque es un proceso complejo de lograr, en los niños y niñas participantes se han podido observar cambios positivos, que se manifiestan principalmente en la interacción con su familia, compañeros y en general con su entorno de aprendizaje.

Entonces, con las actividades que se implementan durante los Servicios Quipu, se direcciona el trabajo pedagógico con el juego y con la elaboración de una manualidad o la lectura de un libro, se cuentan espontáneamente situaciones que emiten mensajes, pensamientos y emociones que desarrollan aspectos del crecimiento personal como la intuición cognitiva, el disfrute de la expresión, la apropiación, y la posibilidad de expresarse no sólo desde la comunicación verbal. Es por esto que, llegar a obtener grandes resultados con este proceso de aprendizaje, constituye para la Fundación un compromiso con la sociedad, la comunidad y especialmente con la niñez.

Observar, analizar y reelaborar espacios para el encuentro, el reconocimiento, la reflexión, la acción, el juego y la diversión, nos permite profundizar y seguir contribuyendo día a día a la construcción de conocimiento y al fomento de individuos respetuosos capaces de observar y transformar su realidad particular a partir de relaciones sociales de confianza y cercanía. Es por ello que pese a que nuestras comunidades no quedan a la “vuelta de la esquina” -como se dice coloquialmente-, es motivo de orgullo saber que nuestro qué hacer mueve y promueve el acercamiento a los sueños e ilusiones de la niñez campesina.